Dice Gomendio en
TVE1 que no conoce las razones del rechazo a la LOMCE porque no las hay, porque
no se les han ofrecido argumentos. Casi dos años explicándole, desde todos los
sectores sociales y desde todas las organizaciones profesionales y sindicales,
por qué creemos que es una ley clasista,
segregadora, discriminatoria y antipedagógica, no parece que hayan sido suficientes. Quizás porque, como
también ha dicho, no sabe “qué es eso de la comunidad educativa”.
Un paseo por las
redes sociales le ilustraría convenientemente: ayer unieron en la calle sus
voces jubilados e interinos, padres e hijos, escolares y universitarios,
catedráticos y maestros, en la protesta con más siglas de la historia,
dispuestos a sacrificar un jornal necesario como una inversión en lucha y
futuro, avisados de la negrura que se agazapa en los pliegues de la historia
(¡Estudiantes!: Franco ha Werto, rezaba una pancarta). Una jornada de huelga
que no nos pueden hurtar porque tenemos fotos sin maquillar de todos los
rincones del país: ya no nos engañan sus cifras; no nos amilana su
desprecio.
Dice Wert que cómo
va a someter sus convicciones al consenso. Hay que señalarlo claramente: no
cree en la democracia, que nada tiene que ver con imponer las propias ideas a
todos, contra todos, por más diputados de su bando que alcen su mano a la hora
del voto. Las minorías, los descontentos, los demás, son necesarios para la
vida en armonía. En otras épocas, cuando el gabinete no creía en la democracia
acababa rompiéndola o permitiendo que la destrozaran. Eso también es historia.
Si no nos oyen es porque son sordos. Si no nos ven es porque
están ciegos. En democracia, en el imperio de la honestidad al servicio
público, en cualquier sitio en el que la decencia política fuera un todavía un
valor, el 24 O no habría llegado a su fin sin la dimisión del ministro.
Publicado en Periódico Escuela en octubre de 2013.
Publicado en Periódico Escuela en octubre de 2013.
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