domingo, 22 de abril de 2012

Abrir las puertas, enseñar los centros

Un tuit de esta mañana de domingo inspira una nueva entrada en el blog. El mensaje en cuestión es el siguiente: 
RT @mininacheshire: @tecnoloxia hace falta mucha labor didáctica sobre lo q se hace en la escuela, dejar de ser guettos, abrir las puertas, enseñar los centros
Es la segunda iniciativa que debo a @mininachesire. El 31 de mayo de 2011 andaba yo preguntando en twitter por centros en los que fuera interesante investigar sobre la integración de las TIC en la práctica escolar y ella me respondió con un escueto
“Los profesores con trayectoria TIC y herramientas 2.0 son francotiradores, no infantería”
La idea de francotirador se convirtió nada menos que en un organizador clave del discurso que estaba elaborando como informe de investigación. No sabe @mininacheshire cuánto le debo y cómo le agradezco que sin saberlo tuviera la gentileza de brindarme un concepto tan certero y tan expresivo. 

Su tuit de esta mañana me recuerda que pronto va a hacer ya un año de todo ello y que, por unas razones u otras, no se ha dado a aquel trabajo la difusión que esperaba. Fue publicado por Ariel como el informe de 2011 de la colección de Fundación Telefónica bajo el título Las TIC en educación: realidad y expectativas; se presentó brevemente en el Congreso Educared en octubre y luego se fueron aplazando sucesivas fechas para la presentación formal que estaba prevista.

Las más de 200 páginas que componen el informe completo, correspondientes a un análisis de muestras, tres grupos focales, cinco relatos de buenas prácticas, un capítulo breve dedicado a la situación internacional y cuatro estudios de casos, se sintetizan en apenas 5, en las que se da un breve repaso a los hallazgos que la investigación permite alumbrar, agrupados en torno a lo que llamamos Desaciertos (de la Administración y de las políticas sobre todo, pero también personales), Malos hábitos y Buenas prácticas.          

Los dos primeros bloques son un diagnóstico en toda regla de la situación en que se encuentra la introducción de las TIC en las prácticas educativas en la escuela de este país. El de Buenas Prácticas es una propuesta de comprensión de las claves de aquellos centros en los que las buenas prácticas con TIC son evidentes y reconocidas.

Con intención de abrir las puertas y enseñar el modo en que quienes hicimos la investigación comprendemos la realidad que estudiamos, reproduzco a continuación los dos últimos epígrafes de la síntesis final.


Las claves de las buenas prácticas

Justamente en contraposición a lo expresado en el último párrafo, gracias a los relatos de buenas prácticas incluidos en el informe de la investigación, a las demandas que se perciben tras la argumentación de los invitados a los grupos focales, y a lo que se ha podido observar y concluir durante la realización de los estudios de casos, parece que la clave organizadora del concepto de “centro de buenas prácticas” reside en la construcción de comunidad.

Esto es, el centro escolar funcionando como un conjunto de profesionales, estudiantes y familias que, cada uno jugando el papel que le corresponde, tiene conciencia de pertenencia a un colectivo en el que puede, debe, aportar según su capacidad, y puede recibir según su necesidad.

La construcción de comunidad no es casual ni obedece a que el azar haya reunido a un grupo de personas que espontáneamente encuentran un modo cómodo y grato de relacionarse. Antes bien, se trata de una actividad que se ejerce conscientemente y como consecuencia del desarrollo de un proyecto en el que el liderazgo del equipo directivo es esencial, porque de él dependen buena parte de las medidas internas que facilitan la cooperación y el intercambio. En los centros de los estudios de casos se comprueba que a ese liderazgo se ha unido el Coordinador TIC, de modo que en lugar de ser un “excelente aislado”, un francotirador, se convierte en motor de la puesta en marcha de proyectos pedagógicos del uso de las tecnologías en su centro.

El liderazgo promueve y facilita la adhesión voluntaria del profesorado a cada vez más actividades que implican un uso adecuado de las TIC y ello deviene en una suerte de transmisión del interés, a menudo entusiasmo, como si de una mancha de aceite se tratase. En el origen de esa difusión encontramos ante todo el convencimiento personal, el descubrimiento de actividades y tareas, de contenidos y recursos, de formatos, que vale la pena aprender e imitar o adaptar, de modo que más que una oferta de enseñanza, lo que se suele producir es una demanda de ayuda por parte del docente hacia el coordinador u otro colega para aprender a hacer ciertas cosas de otro modo y con otras herramientas.

La prestación de ayuda, la colaboración, es permanente, y puede producirse tanto por el talante de las personas que la brindan como, sobre todo, porque forma parte del proyecto de creación de comunidad y existen las posibilidades de espacio, tiempo, agrupamientos, flexibilidad, etc., para ello, creadas o facilitadas desde el equipo directivo.

El efecto a medio plazo de la actividad de colaboración permanente para asistir al profesorado en el proceso de incorporación de las TIC a su docencia es doble.

Por una parte, estimula y establece en el centro una cultura profesional de colaboración en la que todos se sienten atendidos, escuchados y valorados, y que se consolida y desarrolla a medida que se practica. Es decir, se crea cultura de colaboración colaborando. Ello afecta igualmente a las relaciones con el alumnado y con las familias, que, tal y como ha quedado descrito en la síntesis de los estudios de casos, se sienten partícipes habituales de la vida escolar y de sus prolongaciones mucho más que clientes bien atendidos por una empresa.

Por otra parte, la prestación de ayuda se convierte, inadvertidamente, en cualquier momento a lo largo de la jornada o dentro del horario laboral de modo más planificado, en el mejor sistema de formación permanente del profesorado, basado en la colaboración y en la comunicación horizontal, entre colegas, en el mismo lenguaje, a partir de los problemas, dilemas y dificultades que les plantea la práctica cotidiana en un contexto concreto común y con un grupo de alumnos determinado. Es la tantas veces reclamada estrategia de formación horizontal, esto es, organizada y desarrollada por iniciativa de los propios docentes para responder de manera más ajustada a sus necesidades reales.

Si la cultura profesional de colaboración está en la base de esta modalidad formativa horizontal, hay que decir, nuevamente con un razonamiento circular, que a su vez la formación entre colegas incita a la colaboración profesional y estimula la propagación de prácticas pedagógicas transformadoras.

¿Esperanza o confianza?

Tal y como se expresa en la síntesis de los informes de los grupos focales, quienes han asistido a ellos parecen tener más esperanza que confianza en el futuro de la docencia con las TIC. Y se basan para ello en la denuncia de las deficiencias, que conocen bien, y en la identificación de los malos hábitos, que observan a diario. Sin embargo, es posible terminar este trabajo inclinando la balanza, aunque sea ligeramente, del lado de la confianza, porque hay algunos indicadores que lo permiten.

En una investigación similar a ésta, en 2006, afirmábamos que aunque el panorama en su conjunto parecía desolador se percibía un cierto ethos de renovación, una inquietud en parte del profesorado por acometer la tarea de la introducción de las TIC en la tarea docente de acuerdo con principios de experimentación e innovación. Aunque a grandes rasgos persisten las deficiencias y desde luego los malos hábitos, hay indicadores de que las buenas prácticas se multiplican. Es posible que la generalidad de los centros sea escenario e incluso abono de cultura profesional de aislamiento, y es probable que esa situación no llegue a revertirse del todo. Tampoco fue nunca la innovación educativa el rasgo más extendido de la práctica docente. Pero existen indicadores, más ahora que hace cinco años, de que el movimiento existe, y es una iniciativa que se debe al profesorado. Experiencias como la de “Construyendo historias” y centros como Cal Gravat, San Walabonso, Montserrat I y el de Fene, que ejemplifican en este trabajo las buenas prácticas, no son legión, pero hay muchos más. Y profesores y profesoras con un dominio extraordinario de las tecnologías, un excelente posicionamiento pedagógico y un elevado compromiso profesional los hay también en gran número. Nunca como antes se habían relacionado entre sí tantos docentes que comparten intereses e ideas e intercambian experiencias y cuestionan y construyen conocimientos como ahora con la publicación de sus blogs y gracias a las redes sociales.

La influencia que están teniendo las TIC en áreas como la atención a la diversidad, la adquisición de idiomas, la comprensión de las ciencias o el disfrute de las artes, su incidencia en los estilos de aprendizaje, la capacidad de expresión y comunicación que pone en manos de quienes saben usarlas, no pasan inadvertidas. El profesorado está experimentando, cada vez más, nuevas formas de abordar los contenidos y enfoques alternativos para el desarrollo de las actividades.

Pero tampoco es sólo cuestión de tiempo. Las cada vez más frecuentes experiencias que acreditan la posibilidad de transformar las prácticas docentes gracias a las posibilidades de las TIC requieren ser difundidas, explicadas y defendidas si es preciso con la argumentación y con las evidencias. Es preciso corregir los desaciertos; es necesario reflexionar sobre los propios malos hábitos; y es conveniente comprender las claves de las buenas prácticas y trabajar con decisión para adaptarlas a nuestros contextos profesionales.

El equipo de investigación ha estado compuesto además por José Francisco Murillo Mas (@kikomas), Javier Barquín Ruiz, Antonio Ortiz Villarejo, Sebastián Rodríguez Martín (@sebitauma) Agustín Rodríguez Sánchez y Pilar Sepúlveda Ruiz.  

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